Nos hemos levantado a las 06:00 AM hemos ido a desayunar y hemos estado haciendo tiempo hasta las 13:30 PM que habíamos quedado con Nicolás para que nos llevara al Registro que será donde se haga la entrega.
Yo no pensé en ningún momento que estaría así de tranquilo, pero Amapola se iba poniendo mala por momentos (el viaje del hotel al registro, dura unos treinta minutos, han sido los peores de su vida), le entró un nerviosismo que no podíamos calmarla entre todos.
Una vez llegamos al edificio en cuestión, nos subieron a la octava planta (una sala muy amplia con varios despachos, una habitación de juegos donde entre cortinas vimos algunas niñas y unos sillones corridos con unas mesas a juego, había muchas fotografías de niñas chinas por las paredes), antes de entrar un señor nos tomo la temperatura con una pistolita y nos iban dejando entrar. Nos pusimos al fondo de la sala frente a la puerta sentados en alguno de los sillones que allí había. Unos instantes después el guía nos comunica que los tres niños de nuestro grupo todavía no han llegado, tendremos que esperar un poco. A los pocos minutos, aparecen por la puerta dos grupos de españoles que viajaron con nosotros en el avión y viajaban con ANDENI. Se ha organizado un revuelo enorme ya que, también han venido una familia de alemanes y otra americana.
De repente nos damos cuenta que entregan una niña a la familia americana, seguidamente hacen la entrega a la familia alemana. Y es entonces cuando aparecen varios niños/as por la puerta con sus cuidadoras, se oye un grito de Amapola que dice ¡¡¡ese es el mío!!! todos miramos y era Eloy entraba el primero del grupo hacia la sala de juegos donde estaban todos. Desde ese momento se tranquilizo (dentro de lo posible, pero fuera de peligro del infarto que le iba a dar).
Instantes despúes de ver a Eloy.
Todavía nos hicieron esperar unos minutos más, y fue entonces cuando el guía nombro Ángel y Sara se acercaron unos pasos y apareció Jorge (el encuentro fue de lo mas tierno), estaba grabándolos cuando de repente nos nombraron a nosotros, le di como pude la cámara a Juan y salí corriendo a buscar la carta de invitación (que dicho sea de paso me pidieron en el peor momento), cuando volví con ella Eloy ya estaba en brazos de su madre, agarrado a ella como si no hubiera nada mas donde hacerlo, con su carita de susto nos miraba pero no hacía nada ni llorar siquiera. La verdad que tuvimos suerte ya que ningún niño de nuestro grupo lloraba, lo que hacía que el momento resultara mas suave.
Después de estar un rato conociéndonos nos pasaron de familia en familia a una sala contigua para dar el donativo al orfanato y hacer alguna pregunta a la representante de este. Según esta señora Eloy no ha pasado ninguna enfermedad importante (catarros), come leche, sopas de verduras y torta, y camina. Le entregamos unas chuches y unos globos que llevábamos para los niños, se despidió del niño y se marchó.
Llegamos al hotel sobre las tres y media o cuatro, sin comer y sin ganas de hacerlo, pusimos a Eloy en el suelo con una almohada detrás y unos juguetes que habíamos llevado, sobre las siete o así le dimos un baño (el cual no le disgusto, salvo cuando le caía jabón por la cara) y bajamos a cenar.
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